Democratic members of Congress and senators from the United States issued warnings this weekend regarding what they consider an “unprecedented constitutional crisis” in their country: the open defiance by President Donald Trump’s administration of a unanimous Supreme Court order demanding the facilitation of the return of Kilmar Ábrego García, a Salvadoran migrant transferred to El Salvador under accusations without due process.
Senator Chris Van Hollen not only denounced the judicial defiance by the Trump administration but also pointed directly at President Nayib Bukele for his role in what he described as an “unconstitutional plan.”
According to the legislator, Bukele has collaborated with Washington in exchange for $15 million to imprison migrants deported from the United States in the Center for the Confinement of Terrorism (CECOT). “American tourists can boycott (El Salvador) and state pension funds can divest until Kilmar gets due process,” he stated.
Representative Robert García, representing Long Beach and Southeast Los Angeles, led a recent unofficial delegation to El Salvador, consisting of three other members of Congress, who decided to travel despite the Republican leadership’s refusal to authorize the mission. Their objective: to learn about the situation of Kilmar Ábrego García and other migrants detained in CECOT. They did not succeed.
“They denied us entry to see Kilmar, Andrei Romero, and other immigrants. But they have authorized visits from Republican congress members. That is unacceptable,” he denounced.
Restrictions on access to the mega-prison have not only been denounced by senators like Van Hollen or Representative García. Other Democratic Party representatives, as well as multilateral organizations, have questioned Trump’s policy of transferring migrants to a prison system flagged by international bodies for “systematic abuse, torture, and incommunicado detention.”
García warned that this case not only involves a violation of a migrant’s rights but also a direct challenge to the rule of law. “Donald Trump is crossing a new line by disobeying the Supreme Court. This isn’t just about migration; it’s a story about human rights and the Constitution,” he said.
He also warned that this pattern of behavior is being replicated in the United States, with Department of Homeland Security agents attempting to speak with children in schools without parental authorization or a court order.
During their trip to El Salvador, García and his delegation met with Kilmar’s family, his lawyer, the US embassy, and various local organizations. “It was very inspiring to see so many activists, especially young people, organizing to help Kilmar and others who are detained without access to lawyers or contact with their families,” he said.
Leonor Arteaga, program director at the Due Process of Law Foundation, described Ábrego’s case as an alarming example of illegal collaboration between two governments to imprison people without legal grounds.
“Kilmar was protected by US asylum laws, as were several Venezuelans deported to CECOT. They have no ties to the Tren de Aragua (or MS-13) as has been claimed. They are political prisoners,” she stated.
Arteaga warned that 252 Venezuelans have been transferred to El Salvador without due process, violating US court orders that demanded a halt to those deportations. “This sets a terrible precedent. The presidents of the US and El Salvador are acting like emperors, disobeying judicial rulings and leaving these people in legal limbo,” she asserted.
The CECOT mega-prison, built by the Salvadoran government under the state of exception, has been flagged by organizations such as Human Rights Watch and Amnesty International for inhumane conditions, use of torture, and arbitrary detentions.
According to García and Arteaga, the migrants sent there have not had access to lawyers or a judge to evaluate their cases, which constitutes a serious violation of international law and the Convention against Torture.
The representative also mentioned the case of Andrei Romero, a young migrant who was arrested after requesting asylum at the border. He was sent directly to CECOT, and since then, there has been no information about his whereabouts. “We don’t know if he’s alive. This is terrifying. We ask the embassy to verify his status and allow him access to a lawyer,” he said.
García also denounced that while Democrats have been excluded from visits to CECOT, some Republican lawmakers have traveled to El Salvador with official support.
“It’s outrageous that we, as representatives of Congress, are denied the chance to see with our own eyes what is happening. This cannot be normalized,” he affirmed.
In addition to demanding compliance with the Supreme Court’s order, the members of Congress proposed other measures: budget cuts to Immigration and Customs Enforcement (ICE), local legislation to strengthen sanctuary city policies, and citizen mobilization to bring visibility to these cases.
“If we don’t act now, any one of us could be next. We are talking about forced disappearances, about people who have been snatched from their lives without any legal process. We will not allow it,” concluded Gabby Eich, executive director of Órale, an immigration justice organization.
Representantes de EUA insisten en conocer estado de deportados al CECOT
Congresistas y senadores demócratas de Estados Unidos emitieron alertas este fin de semana frente a lo que consideran una “crisis constitucional sin precedentes” en su país: el desacato abierto del gobierno del presidente Donald Trump a una orden unánime de la Corte Suprema que ordena facilitar el regreso de Kilmar Ábrego García, un migrante salvadoreño trasladado a El Salvador bajo acusaciones sin debido proceso.
El senador Chris Van Hollen no solo denunció el desacato judicial por parte de la administración Trump, sino que también apuntó directamente al presidente Nayib Bukele por su papel en lo que describió como un “plan inconstitucional”.
Según el legislador, Bukele ha colaborado con Washington a cambio de $15 millones para encarcelar en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) a migrantes deportados desde Estados Unidos. “Los turistas estadounidenses pueden boicotear (a El Salvador) y los fondos de pensiones estatales pueden desinvertir hasta que Kilmar obtenga el debido proceso”, afirmó.
El congresista Robert García, representante de Long Beach y el sudeste de Los Ángeles, lideró una reciente delegación no oficial a El Salvador, conformada por otros tres miembros del Congreso, que decidió viajar pese a la negativa del liderazgo republicano a autorizar la misión. Su objetivo: conocer la situación de Kilmar Ábrego García y otros migrantes detenidos en el CECOT. No lo lograron.
“Nos negaron la entrada para ver a Kilmar, a Andrei Romero y a otros inmigrantes. Pero sí han autorizado visitas de congresistas republicanos. Eso es inaceptable”, denunció.
Las restricciones de acceso a la megacárcel no solo han sido denunciadas por senadores como Van Hollen o el congresista García. Otros representantes del Partido Demócrata, así como organismos multilaterales, han cuestionado la política de Trump de trasladar migrantes a un sistema carcelario señalado por organismos internacionales por “abusos sistemáticos, tortura e incomunicación”.
García alertó que este caso no solo implica una violación a los derechos de un migrante, sino un desafío directo al Estado de derecho. “Donald Trump está cruzando una nueva línea al desobedecer la Corte Suprema. Esto no es solo sobre migración, es una historia sobre derechos humanos y sobre la Constitución”, dijo.
También advirtió que este patrón de conducta se está replicando en Estados Unidos, con agentes del Departamento de Seguridad Nacional intentando hablar con niños en escuelas sin autorización de sus padres ni orden judicial.
Durante su viaje a El Salvador, García y su comitiva se reunieron con la familia de Kilmar, su abogado, la embajada de EUA y diversas organizaciones locales. “Nos dio mucha inspiración ver a tantos activistas, especialmente jóvenes, organizándose para ayudar a Kilmar y a otros que están detenidos sin acceso a abogados ni contacto con sus familias”, dijo.
Leonor Arteaga, directora del programa de la Fundación para el Debido Proceso, calificó el caso de Ábrego como un ejemplo alarmante de colaboración ilegal entre dos gobiernos para encarcelar personas sin fundamento jurídico.
“Kilmar estaba siendo amparado por las leyes de asilo de EUA, al igual que varios venezolanos deportados al CECOT. No tienen vínculos con el Tren de Aragua (o la MS-13) como se ha dicho. Son presos políticos”, afirmó.
Arteaga advirtió que 252 venezolanos han sido trasladados a El Salvador sin debido proceso, violando órdenes judiciales estadounidenses que exigían suspender esas deportaciones. “Esto sienta un precedente nefasto. Los presidentes de EUA y El Salvador están actuando como emperadores, desobedeciendo resoluciones judiciales y dejando a estas personas en un limbo jurídico”, aseguró.
La megacárcel CECOT, construida por el gobierno salvadoreño bajo el régimen de excepción, ha sido señalada por organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional por condiciones inhumanas, uso de tortura y detenciones arbitrarias.
Según García y Arteaga, los migrantes enviados allí no han tenido acceso a abogados ni a un juez que valore su caso, lo cual constituye una grave violación al derecho internacional y a la Convención contra la Tortura.
El congresista también mencionó el caso de Andrei Romero, un joven migrante que fue arrestado tras solicitar asilo en la frontera. Fue enviado directamente al CECOT, y desde entonces no se tiene información sobre su paradero. “No sabemos si está vivo. Esto es aterrador. Pedimos a la embajada que verifique su estado y se le permita acceso a un abogado”, dijo.
García también denunció que, mientras los demócratas han sido excluidos de las visitas al CECOT, algunos legisladores republicanos han viajado a El Salvador con apoyo oficial.
“Es indignante que se nos niegue a nosotros como representantes del Congreso ver con nuestros propios ojos lo que está ocurriendo. Esto no puede ser normalizado”, afirmó.
Además de exigir el cumplimiento de la orden judicial de la Corte Suprema, los congresistas plantearon otras medidas: recortes presupuestarios al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), legislación local para reforzar las políticas de ciudad santuario, y movilización ciudadana para visibilizar estos casos.
“Si no actuamos ahora, cualquiera de nosotros puede ser el siguiente. Estamos hablando de desapariciones forzadas, de personas que han sido arrebatadas de sus vidas sin proceso legal alguno. No lo vamos a permitir”, concluyó Gabby Eich, directora ejecutiva de Órale, una organización de justicia migratoria.